28 de agosto de 2009

Tiempo

Le explicaron que el tiempo es lineal, que todas las cosas que tienen duración, es decir, todas las cosas, se sitúan en una misma línea. Los calendarios, le dijeron, también son lineales. Y eso de la reencarnación y la eterna rueda cósmica no es más que un cuento. Si no resuelves algo en esta vida, no esperes formar parte de una danza inacabada. Un día nacemos y otro moriremos. Sin más.

       Años después se adentró en el corazón de África. Le sorprendió que el día no se dividiera en horas y que el reloj dejase de tener sentido, como la plaga del estrés occidental. Comió cuando tenía hambre y no porque era la hora, vivió al ritmo de la naturaleza y de sus propios acontecimientos. Un día tuvo que hacer un viaje en autobús. A las once de la mañana le dijeron que no entendían lo que significaba 'hora de salida' y, efectivamente, el bus no inició la marcha hasta que no estuvo lleno, a las cuatro de la tarde. Se sorprendió a sí mismo sonriendo. En el bullicio de Madrid, la espera le habría irritado tanto que, con toda probabilidad, hubiese perdido los papeles entre hojas de reclamaciones.



        Fue entonces cuando detestó la idea de someterse a un presente continuo y a la obligación de poner siempre la mirada en el mañana. No quería vivir linealmente ni preguntarse cuál es la mejor formar de llenar el tiempo o de amortizarlo. Tampoco le pareció lógico haber perdido años manipulando instantes para encajar lo que en cada momento había decidido hacer, así que pensó que lo mejor era dejar de sentirse esclavo del presente, de su ritmo ineludible y su cronometría perfecta. Decidió abandonar para siempre la obsesión de construir compartimentos estanco en la evolución de su propia experiencia, y juró evitar aquello de 'un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo'. Entendió que la vida se expresa de forma discontinua, que no es homogénea, uniforme, armónica ni equilibrada.

       Regresó a casa y asumió de nuevo expectativas y obligaciones, pero dejó de contar las horas y de proyectar su futuro a corto plazo. Vivió, sin más. Y decidió que volvería de la playa cuando los niños estuvieran cansados, y no porque toca.

20 comentarios:

Er Tato dijo...

A veces sólo es cuestión de cambiar la perspectiva. De alejarse o acercarse más de lo habitual a la rutina para que todo esté por estrenar. De distanciarse del común. Incluso de no volver nunca de la playa aunque los niños estén cansados.

Buen relato con poso, querida Teresa.

Un par o dos de besos

Juanma dijo...

(se nos puso tabernario er Tato no queriendo volver de la playa aunque estén los niños cansados. Pobrecitos míos)

Querida Té, he ido pensando mientras te leía que hay mucho gilipollas que escribe y publica y gana dinero. Sólo este texto, que jamás te dará un euro, merece más que cualquiera de esos libros que abundan en los escaparates.
He ido pensando también en mis hijos. Para ellos la vida es tal cual comenzó a ser para tu personaje cuando marchó a África. Los niños, los muy pequeños, son libres y salvajes. La vida es tan puta que encarga a las personas que más quieren a sus hijos, los padres, la misión de ir quitándoles libertad conforme los van educando. Yo, por ejemplo, ya le voy quitando a mi gordo la libertad (y sin duda el placer) de comer con los dedos para que use el tenedor. Los vamos domeñando, los vamos contaminando.
¿Nos queda otra salida a los padres? Bueno, que coma con el tenedor y coja el tren con puntualidad, pero ha de saber que la vida es otra cosa. Siempre he confesado mi empeño en la educación de mis hijos: que mande a tomar por culo a quien, en cualquier momento de su vida, le diga que tiene que sentar la cabeza...como hace su puñetero padre.

Un par de besos para mi chica favorita.

Eldan dijo...

¿Cuántos errores cometemos, verdad? Siempre he pensado que una de las peores cosas de la sociedad en la que vivimos es que le pone precio al tiempo, algo demasiado valioso como para que te obliguen a cuantificarlo. Gracias por esta lectura. En ella he podido ver reflejada una parte de mi pensamiento :D

Anónimo dijo...

Cada cultura tiene su tiempo y si importamos té de china, frutas del trópico y cualquier cosa material que se nos ocurra, podríamos hacer igual con las ideas. Importar ideas que nos gusten de nuestros viajes, como puede ser esta del tiempo indefinido. Lo difícil sería llevarla a cabo, excepto en vacaciones.
Besos.

María Socorro Luis dijo...

Excelente texto y reflexión.
En nuestro mundo nos dicen, nos exigen vivir en ese tiempo lineal, cronomizado y organizado, sin vuelta atrás siquiera para mirar...
Pero, ¿tenemos otra opción? O ir al corazón de África y quedarse, o aceptar la tiranía del reloj y del calendario.

Y como dice Juanma, estar convencido de que la vida es otra cosa.

Feliz regreso y un abrazo. Soco

Pugliesino dijo...

¡Bienvenida Té!

No tenemos tiempo para tantas cosas que cada vez corremos mas en su busca y cada vez lo hacemos mas imprescindible. Cuando en realidad es para el disfrutar del vivir para lo que nos estamos quedando sin tiempo.

Un abrazo

aiNOha dijo...

Me encantó tu post guapisima!!!

Entro con poco tiempo pero no keria marcharme sin saludarte primero y decirte que retomo el Callejón ;)

besitossss

Gabiprog dijo...

Siempre tuve sospecha que los relojes tienen más cadenas que manecillas…

Un abrazo!

Manuela dijo...

Una lectura espléndida e interesante. Justo ayer tuve una conversación sobre el tiempo y las planificaciones. Una vez leí que "quienes buscan, reciben pistas del mundo espiritual permenentemente. Las personas corrientes dan a esas pistas el nombre de coincidencias. Cada suceso existe para delevar otra capa del alma". Que leyera esto hoy y tuviera esa conversación ayer...¿será coincidencia?
Me encantó...

Crimson Woodstock dijo...

Una lástima. tengo amigos a los que deje de ver por eso mismo. Las citas suelen ser a una hora concreta y respetar ese valor es ser "puntual" En el corazón de la selva africana igual no tiene sentido el reloj. Pero aqui en primer mundo social civilizado, el reloj lo es todo. Quimérica pasión a la que se aferra la protagonista , quizas deberia tomarse más tiempo para sus vacaciones....

marimonti dijo...

Bienvenida, Té. Acabó "mi tiempo" de espera para volver a leerte. Estoy feliz por ello.

Como el tiempo es algo arbitrario, inventado por el hombre, tiene tantas connotaciones y es tan relativo...
Yo sin embargo necesito tener "un reloj que marque las horas" simplemente por una cuestión de organización laboral y de respeto hacia los demás(No me permito hacer esperar a alguien).
Sin embargo no comparto la idea de aquellas personas que encuadran su vida entre las manecillas de un reloj, haciendo planes de viajes, horarios, con mucha antelación, para mí simplemente es hipotecar una vida.¿Para qué si en un momento se puede ir todo al traste y todo lo planeado se esfuma?
He descubierto que la improvisación es divertidísima.
Besos, mi niña

maria dijo...

¿me creerias si te dijera que es precisamente eso lo que hecho de menos de estar en Toronto?

me he pasado alli tres semanas, sin estar pendiente de la hora, sin television, radio, internet ni movil. He vivido a mi ritmo, comido cuando tenia hambre, dormido cuando tenia sueño, salido cuando queria y regresar cuando estaba cansada. Y sinceramente esa vida es la que quiero poder vivir.Un beso

Antonio dijo...

Adoro lo efímero.


Gracias por el texto.

Antonio

La gata Roma dijo...

La gente se ríe cuando digo que no llevo reloj porque me dá stress y alergia, lo segundo es cierto pues el nikel suele estar en todos y yo no lo tolero… Por lo demás, vivo las prisas que todo el mundo, pero mi muñeca se siente algo más libre, y eso crea una falsa sensación de libertad que me encanta.
Kisses

Moe de Triana dijo...

Como le echemos cuenta el tiempo empuja más que el último pico de la ensaladilla, mejor pasar de el miarma...

Un saludasso.

mariapán dijo...

Plas plas plas........siiiiiiiiii, regresos buenos estos si me encuentro con estas letras tan perfectamente conjugadas. Yo estoy con tu prota, Té, un día decidí vivir así pero en los tiempos que corren es taaaaaaan complicado, es bueno hacerlo de vez en cuando; cuando el universo me permite hacerlo mi "churry" siempre me dice: ¿ey, María, otra vez eres hippie? jejeje en fin... comer cuando se tiene hambre me parece un acto de sabiduría...

Besos y gracias por darme este regreso ¡un placer, como siempre!

el aguaó dijo...

En realidad la libertad no existe. La libertad tan sólo es una quimera, un disfraz embustero y pendenciero que nos ata dentro de la lógica razonable a la que pretendemos agarrarnos. El tiempo es el dueño de todo, y nos hace sus esclavos. Estamos atados, sin saberlo, a una libertad sumisa y cautiva: las horas. Tenemos puestos los grilletes del tiempo en una cárcel de libertad.

Una amiga mía nunca lleva reloj. Intenta no regirse por los horarios, por el fantasma del tiempo, aunque a veces no tiene más remedio. Yo le propuse algo muy sencillo: ¿qué pasaría si no existiera el tiempo?

Quizás el secreto esté en ignorarlo, tal vez así desaparezca.

"El Matrimonio de Arnolfini" tiene detrás mucho más que una simple pareja retratada. A esta entrada le ocurre lo mismo.

Un buen puñado de besos amiga mía.

Pedro dijo...

9¡Bravo, Té! Coincido con Juanma y marionti. Y me pregunto: ¿Desde cuándo nos preocupa el Tiempo? ¿Desde el Homo Habilis? ¡Un suspiro en nuestro devenir! (Por cierto, llego un poco tarde, ¿no?)

eres_mi_cruz dijo...

África no hace falta...
porque cuentas la historia de cualquiera que se haya quedado en el paro... la familia, el trabajo... sentimientos contradictorios...

yo no sé vivir sin reloj, me vuelvo errático... quizá sea la única manera de poner fin a las cosas... de engañar a la razón con los sentidos, como en aquella paradoja de Zenón...
si no fuera por el reloj acabaría sepultado en tareas pospuestas... aunque estaría mas delgado...

mariapán dijo...

Té, tengo proyecto bloguero con un chico sevillano, te dejo el enlace por si te interesa echarle un vistazo ¡ok! Escribimos ambos sobre un mismo tema, espero que te guste; a nosotros nos está gustando el resultado:
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