13 de mayo de 2011

Certezas

Los tacones,
el pincel para la barra de labios y, en general,
todo lo que me aparta de la naturaleza.

El olor interno de mi bolso inevitablemente perfumado,
la laca.

Saber que sin el rímel no soy nadie
en esta fiesta llamada cóctel
y a la que por obligación tengo que ir.

Contener las emociones en los mítines infumables.
Ser prudente.
Oírle decir mentiras al señor enchaquetado
y tener que sonreír.

Todo esto me aburre.

Por eso a veces me da por revisar las certezas
y por poner un par de copas sin infudios
-ni ceremonias-
en este absurdo minibar.



5 comentarios:

marimonti dijo...

Muy buena entrada, Té. Me ha hecho ponerme en tu piel.
A veces, pintarnos como una puerta, hace que se tapen las heridas que nuestro rostro marca.
Todos nos hacen halagos a nuestra belleza externa y pocos son los que en realidad nos preguntan ¿Estás bien?.
Un beso muy fuerte, mi preciosa niña.

Gabiprog dijo...

Qué sería de nuestros escaparates sino organizamos alguna vez la trastienda.


Un abrazo

Carmela dijo...

¡Qué bueno Té! Lo sencillo se hace necesario.
Un beso al natural si nada de maquillaje ;)

mamen dijo...

¡Y yo sin colonia, a la barra de labios le queda un milímetro de carmín y no sé dónde tengo el rimmel!
Menos mal que no pienso ir ni a un mítin.

el aguaó dijo...

Este absurdo minibar, como tú lo llamas, y al que muchos de nosotros seguimos viniendo para tomarnos una copa entre el humo ilegal de los cigarrillos de medianoche, sigue siendo tan atractivo como el rojo de los labios del pecado. Tal vez por eso, muchos de nosotros necesitamos un pequeño Torino donde resguardarnos. Es curioso que en tu caso tengas una ventana, acristalada e indiscreta, por la que te asomas al mundo, y el mundo se asoma a ti.

A veces no somos más que las máscaras de un cuadro de James Ensor.

Besos desde el puesto del agua.