La palabra del líder siempre vive implícita en los actos de una panda de secuaces, una estirpe en la que el hombre ya no es uno y que quiere, o cree que quiere, alcanzar a cualquier coste la victoria, lo más alto. Y ciego aún, perdido el norte, el hombre sucumbe sin saber que ya está preso, enarbola la bandera de un triunfo que no es suyo, que es de otro, y se entrega sin temor al como digan, dejando al fin de ser sujeto y al amparo de una gloria que no existe.
Sepan esos hombres que han perdido la cabeza, y todos los que son hoy dirigentes de rebaños, que yo no pienso confesarme, aunque digan que es la forma, ni largar por esta boca lo que afirman que es correcto.
Sepan esos hombres que han perdido la cabeza, y todos los que son hoy dirigentes de rebaños, que yo no pienso confesarme, aunque digan que es la forma, ni largar por esta boca lo que afirman que es correcto.