está en la tierra,
en el presente,
en el cielo vacío
de pájaros blancos,
y en las noches heladas
en las que los hombres
se ven obligados
a abandonar sus casas,
a circundar el alambre
con las manos desnudas.
Y caen,
caen,
caen...
Hasta encogerse del todo
y asir la mordaza
bañada en sangre,
y sentir la presión
del nudo del llanto
en sus gargantas.
Y sus hijos hambrientos,
desubicados en el extremo,
ahogados en la playa
u obligados a doblarse,
a ser en otra parte,
a ser en otra parte,
a caminar sobre el polvo
para alcanzar la nada,
el desamparo,
el darse la vuelta
a las puertas del templo.
Ahora sé que infierno
está en el despacho
del hombre del lobby,
que cada lunes
saca brillo a su misil,
esforzándose
por aventar las cenizas
de las ilusiones ajenas,
o por hacer llover la metralla
sobre el cielo,
que ya no es cielo
ni es nada.
2 comentarios:
Podíamos siquiera imaginar tanta indiferencia, un trato tan inhumano?...
Me abrazo a tu poema desolado, a su mensaje,
Con cariño
Sólo el humano es capaz de destruir todo a su alrededor y buscar una escusa.
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